SITCOM

Análisis de las series de humor emitidas en España desde 1990

lunes, 21 de mayo de 2007

Sustitución de personajes



Suele ocurrir con numerosas series de televisión, tanto españolas como extranjeras, que de la noche a la mañana, desaparece o es sustituido un personaje de la serie. Esto se produce de diversas maneras: se mata al personaje (el caso de Marcial, en "Médico de Familia"), desaparece de pronto y no lo volvemos a ver, aparece un día y ya se queda en la serie, un actor interpreta dos personajes... Suelen durar muchas temporadas y los personajes no perduran tanto tiempo en la serie, los guionistas tienen que buscarse algún recurso para seguir continuando con el guión.

En muchos casos se suplanta un personaje por otro y se hace como si no pasase nada, como si los telespectadores no se diesen cuenta, como por ejemplo "El príncipe de Bel Air", sustituyen a la tía de Will Smith por una mujer de raza blanca, está claro que cuando una serie tiene audiencia y un actor la abandona, no van a quitarla pero por lo menos podrían molestarse en buscar a una persona de la misma raza. Un sin fin de casos más: la ex mujer de Ross en "Friends", la madre de "Cosas de Casa", el padre de "Seinfeld", Seven Bundy en "Matrimonio con hijos" y como últimos casos más cercanos, el personaje de Lucía (Belén Rueda) en "Los Serrano", que murío en un accidente de tráfico y en "Yo soy Bea", el personaje del fotógrafo cambió de una día para otro.
Otros elementos secundarios, son suplidos sin que se produzcan grandes cambios en la trama principal y a los que no se les da mucha importancia. Sin embargo, otros se convirten en inolvidables, por ese rasgo inconfundible, su personalidad compleja, tiene cientos de defectos y nos hacen reír todas las situaciones enredadas a las que debe enfrentarse.

Curioso es el caso de "Santa Bárbara", emitida en España en el año 1989, aunque no es una sitcom, pero anunciaban durante la emisión de la serie que Johnyy James sería interpretado ese día por otro actor.

Es importante mencionar, como tambíen se producen cambios en los doblajes de las voces, algo que produce frustración,
por la familiaridad que se tiene hacia ellas, es complicado que te puedas volver a introducir en la serie.

Nos implicamos en las tramas, nos indentificamos con un personaje por su forma de ser, su físico, todas sus cualidades... cuando desaparece o cambian a un intérprete, se trastornan nuestros "papeles", provoca un choque, que lleva a la confusión del telespectador. Puede tener un gran parecido con el actor anterior, interpretar el papel muy bien, pero ya estabamos familiarizados con el anterior. Supone un problema para los guionistas que son conscientes de todas estas situaciones. Lo siguiente que ocurre es o que nos adaptamos a las nuevas circunstancias o es tan grande el choque que la serie termina desapareciendo.

domingo, 13 de mayo de 2007



"SERIES DE TELEVISIÓN: UNA NUEVA DROGA"

Según encuentas que hemos realizado a la gente sobre la adicción a las series, hoy en día muchas personas prefieren ver televisión a cualquier acto de recreación, y esto se debe a que ver televisión se ha transformado en algo muy cómodo ya que lo único que tienen que hacer es encenderla, ni siquiera tienen que pensar, solo mirar. Es tan grande la adicción que tienen sobre alguna serie televisiva que les llega a provocar un aislamiento con los demás.

En casi todas las casas hay un aparato y casi todas las familias por lo menos ven una hora diaria de televisión. En gran parte de las familias, el televisor se encuentra en el comedor, y a la hora de la comida es frecuente ver al grupo familiar viendo televisión en vez de estar conversando. También es muy común ver a los jóvenes largas horas encerrados en sus casas frente al televisor; esto genera que la comunicación de familia se vaya perdiendo cada vez más, ya que estar viendo una serie o programa de televisión es una alternativa más entretenida que una conversación familiar.

Además, esto ha llegado incluso a perjudicar a la relación de parejas: puede crear divisiones porque el marido esta sumido en algún partido de fútbol o la esposa no despega la vista de su telenovela favorita; eso provoca que a veces se olvide de darle un minuto de atención a los hijos o hablar simplemente de la jornada diaria, de cómo te fue en el trabajo, de cómo te encuentras. Estos son sólo algunos ejemplos de cómo cosas cotidianas que alimentan la comunicación en el matrimonio se dejan de lado por ser adictos a la televisión.


De toda la programación que se ofrece en todas las cadenas de televisión, la que mayor adicción provoca en el telespectador son las series. Estas series nos llevan a situaciones cercanas de nuestras propias vidas, que nos hacen ponernos en el lugar de los protagonistas. Provocan que el individuo se sienta identificado con ellos, hasta tal punto de que los telespectadores se “enganchan” y se consideran adictos a las historias relativamente cotidianas que nos cuentan. Incluso de no salir de casa el día que se emite su serie favorita para poder verla.

Para que una serie tenga audiencia tiene que conseguir que al telespectador le atraiga el personaje principal. Ejemplo de ello son series como “Aída”, sin duda es el humor con tintes “barriobajeros” y chabacanos lo que triunfa en el público. Esta serie cuenta con actores como Paco León, “Luisma” que es el personaje más gracioso, y famoso en la serie por ser el “tonto del barrio”. Otro ejemplo sería una serie como “Yo soy Bea”, donde lo más atrayente es, sin duda, la trama amorosa, provocando en los telespectadores sobre todo a mujeres, que se identifiquen con la actriz, e imaginen tener una historia de amor como los protagonistas.

La sociedad en ocasiones hecha de menos las situaciones tan inverosímiles y divertidas de las que nos hacen partícipes, ayudan a olvidar los problemas cotidianos, éste hecho, sin duda es un elemento muy importante de atracción para los telespectadores.

Estefanía García Sánchez

martes, 8 de mayo de 2007

"Humor enlatado"


En un artículo anterior hicimos referencia a las “risas enlatadas”, pero pasamos por ellas de una manera superficial, en esta ocasión las analizaremos de una forma más detenida.

Fieles acompañantes de las sitcom son las criticadas “risas enlatadas”, risas artificiales, grabadas con anterioridad, que se repiten hasta la saciedad en diferentes capítulos de una misma sitcom. Estas risas son grabadas, junto a los diálogos, en el audio de la serie.

Las “risas enlatadas” surgen en el año 1932, en una emisión radiofónica que permitía la asistencia de público, siempre que éste se mantuviera en silencio. Un día inesperado, el locutor Eddie Cantor retransmitió el programa con el sombrero de su mujer, esto provoco en el público que se encontraba allí una risa insostenible que, sin poder evitarlo, se coló en la retransmisión del programa. La sorpresa se produce cuando se comprueba que esas risas habían dado lugar a un aumento de la audiencia.

A partir de este momento, la televisión se hace eco de que con la utilización de risas en directo la audiencia aumentaba .Cuando esta “estrategia” entra en manos de la televisión, poco a poco se va desvaneciendo el encanto de estas risas ambientales. La televisión comienza a falsificarlas, a abusar de ellas, a introducirlas en momentos donde no procedía… esta mala utilización de las risas hace que se denominen “risas enlatadas” y que la gente comience a aborrecerlas. En la película de Woody Allen, “Annie Hall”, el director hace una crítica a este tipo de risas; el protagonista, Alvy Singer, deja su trabajo en televisión debido al odio que le producen las “risas enlatadas”, puesto que no le parecen una forma honesta de hacer humor.

La gran mayoría de las series están apoyadas por las risas enlatadas, que casi siempre guían al espectador indicándole en que momento de la serie debe soltar la carcajada, hablamos entonces de un humor guiado o de la democratización del humor. En otras ocasiones, estas risas encubren guiones pobres haciendo que parezcan más ingeniosos, cuando realmente no lo son. A veces ocurre que ni siquiera las risas enlatadas consiguen disfrazar un guión deficiente: la serie “Con dos tacones” de Televisión Española, en sus primeras emisiones no gozó de un gran éxito y los productores pensaron que si introducían risas, la audiencia aumentaría, pero evidentemente esto no fue así, por lo que aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Actualmente, se emiten sitcom sin risas enlatadas y obtienen éxito. “7 vidas”, “Aída” son dos ejemplos de series españolas que se graban con público en directo, aquí las risas sí son de verdad. Otros ejemplos de series extranjeras: “Lo que me gusta de ti”, “Apartamento de soltero”, “Como una familia”… (Estas últimas series se emiten el La2).

Hace unos años, a una sitcom sin risas enlatadas no se le auguraba un buen futuro, pero nada es para siempre, todo cambia y las tachadas risas enlatadas se desinflan con el paso del tiempo, por el bien de todos.




Paloma Cuevas Montero

martes, 1 de mayo de 2007

VIOLENCIA, la sustituta del HUMOR

Las investigaciones afirman que el 85% de las series de ficción contienen violencia:
El 40 % de las conductas violentas son ejecutadas por los protagonistas.
El 66% de las mismas no se producen como defensa ante nada.
El 75 % de las consecuencias de la violencia no aparecen o son mucho menores que en la realidad.



Dentro de los medios de comunicación, el que más repercusión ha tenido en todos los ámbitos de la sociedad, independientemente de la edad y el sexo, ha sido la televisión. Su importancia y popularidad se la deben a la incorporación de la imagen con el sonido, a su instantaneidad y a una multiplicidad de factores más.
Desde sus comienzos, la televisión se ha asignado a sí misma una triple finalidad: informar, formar y entretener. Aunque no existan quienes no discutan si ésos son verdaderamente sus objetivos, sí puede cuestionarse si la televisión no busca en realidad informar, formar y entretener a su gusto y piacere…
Este medio ha presentado mucha violencia en los últimos tiempos, sobre todo, con la llegada de nuevos formatos de programas. Es común encontrar en los programas de televisión elementos que denoten la existencia de agresiones morales a la autoridad paterna y materna, además de la innumerable presencia de falsos modelos para los niños y adolescentes, y la inercia de la moda, que los lleva al peligro de que los imiten. Además, en los hogares ya casi nadie conversa con los otros porque la televisión absorbe todo el tiempo, bloqueando las relaciones.

Quedaron totalmente en el olvido aquellas series inocentes, donde se hacía reír sin necesidad de decir malas palabras, en donde se insinuaba con poco sin necesidad de mostrar todo, donde quedaba espacio para la imaginación y donde la familia unida, la fidelidad, la amistad, los valores humanos, en general, eran la base de exitosos argumentos. Hay que reconocer que los programas que ofrece la televisión son productos que los televidentes compran, y que estos productos cambian porque están sujetos, como todo, a la moda, a las tendencias. Para empezar, hoy en día, todo está permitido y, como es de suponer, la televisión no podía ser la excepción. La moda televisiva actual está marcada por las características de la sociedad moderna, con lo cual, cualquier cosa tiene espacio y, el “mostrar la realidad”, el “darle voz a todos”, son los dos pretextos más gastados para justificar el éxito de un programa de TV.

En el ámbito correspondiente a las sitcom, hay que decir que, siendo su base el humor, últimamente están cayendo en picado en otras tramas que implican, no en tan alto grado, una serie de conflictos que invitan a la violencia; como ocurre; por ejemplo, con “Los Serrano” o “Los hombres de Paco”. Ambas series, en sus inicios, ofrecían más gags humorísticos que fácilmente le sacaban al público la sonrisa; sin embargo, últimamente, están plagadas de argumentos excesivamente dramáticos y violentos que, aunque no lo parezca, influyen en gran medida en el público.

La contemplación de violencia repetidamente en las series de televisión, puede ser una de las causas del mismo comportamiento violento. Esto no puede comprobarse empíricamente, pero sí constituye una realidad, sobre todo, para los niños y adolescentes, que son el público más fiel de las sitcom. Las variables que estarían implicadas en el impacto de la violencia televisiva pueden ser las siguientes:

a) El contexto donde ocurre esta violencia: la mayor parte de la violencia en TV ocurre en contextos interpersonales muy similares a nuestras propias vivencias, lo cual puede propiciar un aumento de los comportamientos violentos por identificación con los mismos.
b) La justificación de la violencia: la violencia gratuita tiende a aumentar el comportamiento violento, en la mayoría de las situaciones violentas que aparecen en la pequeña pantalla no se presenta como el último recurso sino más bien como el único. Los menores pueden acaba pensando que el ser violento es el único modo de ser.
c) El contenido de la justificación: qué se nos puede decir con esa violencia. Los héroes violentos suelen erigirse en portadores de la verdad y la justicia, y dictaminan la bondad de los hechos por encima de los criterios éticamente aceptados por la sociedad.
d) La persona que percibe la violencia: evidentemente la receptividad de la persona que está expuesta a las acciones violentas en la televisión depende de muchas variables como la agresividad del perceptor, grado de identificación con el personaje, desensibilización ante un comportamiento violento…

Podemos afirmar, entonces, que la televisión y toda su programación han modificado los hábitos y costumbres de la sociedad, sobre todo en lo que concierne al núcleo familiar. Sin duda, el auge de este medio, ha generado una serie de valores, principios, normas y modos de pensar contrarios a los que se han pregonado toda la vida, con la pueril excusa de que se adapta a los tiempos que corren…


Laura Sánchez Lara