En un artículo anterior hicimos referencia a las “risas enlatadas”, pero pasamos por ellas de una manera superficial, en esta ocasión las analizaremos de una forma más detenida.
Fieles acompañantes de las sitcom son las criticadas “risas enlatadas”, risas artificiales, grabadas con anterioridad, que se repiten hasta la saciedad en diferentes capítulos de una misma sitcom. Estas risas son grabadas, junto a los diálogos, en el audio de la serie.
Las “risas enlatadas” surgen en el año 1932, en una emisión radiofónica que permitía la asistencia de público, siempre que éste se mantuviera en silencio. Un día inesperado, el locutor Eddie Cantor retransmitió el programa con el sombrero de su mujer, esto provoco en el público que se encontraba allí una risa insostenible que, sin poder evitarlo, se coló en la retransmisión del programa. La sorpresa se produce cuando se comprueba que esas risas habían dado lugar a un aumento de la audiencia.
A partir de este momento, la televisión se hace eco de que con la utilización de risas en directo la audiencia aumentaba .Cuando esta “estrategia” entra en manos de la televisión, poco a poco se va desvaneciendo el encanto de estas risas ambientales. La televisión comienza a falsificarlas, a abusar de ellas, a introducirlas en momentos donde no procedía… esta mala utilización de las risas hace que se denominen “risas enlatadas” y que la gente comience a aborrecerlas. En la película de Woody Allen, “Annie Hall”, el director hace una crítica a este tipo de risas; el protagonista, Alvy Singer, deja su trabajo en televisión debido al odio que le producen las “risas enlatadas”, puesto que no le parecen una forma honesta de hacer humor.
La gran mayoría de las series están apoyadas por las risas enlatadas, que casi siempre guían al espectador indicándole en que momento de la serie debe soltar la carcajada, hablamos entonces de un humor guiado o de la democratización del humor. En otras ocasiones, estas risas encubren guiones pobres haciendo que parezcan más ingeniosos, cuando realmente no lo son. A veces ocurre que ni siquiera las risas enlatadas consiguen disfrazar un guión deficiente: la serie “Con dos tacones” de Televisión Española, en sus primeras emisiones no gozó de un gran éxito y los productores pensaron que si introducían risas, la audiencia aumentaría, pero evidentemente esto no fue así, por lo que aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Actualmente, se emiten sitcom sin risas enlatadas y obtienen éxito. “7 vidas”, “Aída” son dos ejemplos de series españolas que se graban con público en directo, aquí las risas sí son de verdad. Otros ejemplos de series extranjeras: “Lo que me gusta de ti”, “Apartamento de soltero”, “Como una familia”… (Estas últimas series se emiten el La2).
Hace unos años, a una sitcom sin risas enlatadas no se le auguraba un buen futuro, pero nada es para siempre, todo cambia y las tachadas risas enlatadas se desinflan con el paso del tiempo, por el bien de todos.
Fieles acompañantes de las sitcom son las criticadas “risas enlatadas”, risas artificiales, grabadas con anterioridad, que se repiten hasta la saciedad en diferentes capítulos de una misma sitcom. Estas risas son grabadas, junto a los diálogos, en el audio de la serie.
Las “risas enlatadas” surgen en el año 1932, en una emisión radiofónica que permitía la asistencia de público, siempre que éste se mantuviera en silencio. Un día inesperado, el locutor Eddie Cantor retransmitió el programa con el sombrero de su mujer, esto provoco en el público que se encontraba allí una risa insostenible que, sin poder evitarlo, se coló en la retransmisión del programa. La sorpresa se produce cuando se comprueba que esas risas habían dado lugar a un aumento de la audiencia.
A partir de este momento, la televisión se hace eco de que con la utilización de risas en directo la audiencia aumentaba .Cuando esta “estrategia” entra en manos de la televisión, poco a poco se va desvaneciendo el encanto de estas risas ambientales. La televisión comienza a falsificarlas, a abusar de ellas, a introducirlas en momentos donde no procedía… esta mala utilización de las risas hace que se denominen “risas enlatadas” y que la gente comience a aborrecerlas. En la película de Woody Allen, “Annie Hall”, el director hace una crítica a este tipo de risas; el protagonista, Alvy Singer, deja su trabajo en televisión debido al odio que le producen las “risas enlatadas”, puesto que no le parecen una forma honesta de hacer humor.
La gran mayoría de las series están apoyadas por las risas enlatadas, que casi siempre guían al espectador indicándole en que momento de la serie debe soltar la carcajada, hablamos entonces de un humor guiado o de la democratización del humor. En otras ocasiones, estas risas encubren guiones pobres haciendo que parezcan más ingeniosos, cuando realmente no lo son. A veces ocurre que ni siquiera las risas enlatadas consiguen disfrazar un guión deficiente: la serie “Con dos tacones” de Televisión Española, en sus primeras emisiones no gozó de un gran éxito y los productores pensaron que si introducían risas, la audiencia aumentaría, pero evidentemente esto no fue así, por lo que aunque la mona se vista de seda, mona se queda.
Actualmente, se emiten sitcom sin risas enlatadas y obtienen éxito. “7 vidas”, “Aída” son dos ejemplos de series españolas que se graban con público en directo, aquí las risas sí son de verdad. Otros ejemplos de series extranjeras: “Lo que me gusta de ti”, “Apartamento de soltero”, “Como una familia”… (Estas últimas series se emiten el La2).
Hace unos años, a una sitcom sin risas enlatadas no se le auguraba un buen futuro, pero nada es para siempre, todo cambia y las tachadas risas enlatadas se desinflan con el paso del tiempo, por el bien de todos.
Paloma Cuevas Montero
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